MARLENE DIETRICH Y STERNBERG

«La señorita Dietrich, vino a mi despacho, y no hizo el menor intento para despertar mi interés; se sentó frente a mi, en el borde de un sofá, y no se dignó a levantar su mirada un sólo instante: era la indiferencia hecha mujer».

De esta manera recordaba Sternberg su primer contacto con Marlene. Él ya gozaba de un prestigio reconocido como director,su debut como tal se produjo en el año 1925, y ella pretendía triunfar ,por fin después de varios intentos,en el mundo del cine.

Aunque Marlene ya llevaba a sus espaldas varias películas y obras de teatro, lo cierto es que fue Sternberg su verdadero descubridor; él pudo ver en la joven actriz, algo que otros con anterioridad ni siquiera llegaron a percibir :Sternberg vió a través de esa altivez que manifestaba, algo misterioso y atrayente, vió a través de esa indiferencia que lo exasperaba ,elegancia y grandeza, y vió un rostro con materia prima suficiente ,para convertirlo en uno de los más hermosos.

Sobra decir que tras este primer contacto, se convirtieron en amantes, y entablaron en igual medida una relación tanto profesional como amorosa.Fue entonces cuando comenzó la verdadera trasformación actoral y física para Marlene; su pigmalión la convenció para que se extrajera las muelas del juicio, que se depilara las cejas al estilo Greta Garbo, y que se trazara una linea plateada en la nariz, cada vez que se fotografiara o apareciera en cámara,para disminuir así la anchura de ésta.

Convirtió a su pupila en una estrella deslumbrante tan sólo con una película :»El ángel azul» y el personaje de la cabaretera Lola-Lola, la inmortalizarían para siempre en la historia del cine; de hecho fue tal la repercusión de su actuación ,que Sternberg consideró que la actriz ,ya estaba preparada para debutar en la cuna del cine, aunque curiosamente Marlene nunca catalogó a esta película en cuestión como una de sus preferidas.

 

Su traslado a Hollywood no fue inconveniente para Marlene, aunque dejaba atrás un marido y una hija,que por cierto ya estaban acostumbrados a las largas ausencias de la diva; curiosamente y a pesar de los amantes que pasaron por el lecho de Marlene, nunca llegó a separarse oficialmente de su marido, y al final de sus días hasta llegó a reconocer que había sido su mejor y más fiel amigo.

Sternberg le consiguió un contrato de varios meses con la Paramount, y a su llegada a tierras americanas , continuó el proceso de transformación para la actriz. Primeramente el amante- pigmalión le aconsejó perder algo de peso, fueron 15 Kilos en total, y decidió   potenciar la enigmática presencia de la actriz mediante vestuarios glamourosos, entre los que destacaban abrigos de pieles y estilismos de los mejores diseñadores de la época, paseos en Rolls-Royce descapotables , y una vivienda de lujo decorada de manera ostentosa a gusto y criterio de la actriz.

Sternberg amaba poderosamente a esta mujer, a la cual consideraba una diosa, y en sus siguientes títulos , para potenciar más su misterio, la situó en contextos suntuosos y exóticos, como  fue el caso de «Marruecos» en la que compartió protagonismo con el galán de la época Gary Cooper  y  en la que demostró su gran personalidad  ataviada con traje de caballero y sombrero, fumando, y dando rienda suelta a su bisexualidad besando en los labios a una mujer. Por supuesto esta manifestación de libertad, provocó reacciones escandalosas, pero en la misma medida atrayentes, para un público que contemplaba asombrado, la personalidad arrolladora y provocativa de la actriz; a este título siguieron otros que no hicieron sino confirmar su categoría de diva como «Expreso de Shangai», «Capricho imperial» «Fatalidad», «El diablo es una mujer» película por cierto rodada en España o «La Venus Rubia».

 

 

 

A estas alturas de su vida, el mito ya estaba creado, y sin ninguna duda su creador fue Sternberg.

Él fue el primero que captó esa gran presencia escénica de la que gozaba Marlene, el primero que cayó hechizado ante esa caída de ojos tan propia de la diva, el primero que supo que esa libertad y esa particular manera de ver la vida la llevarían muy lejos.

«No le di nada que ella no tuviera; lo único que hice fue potenciar sus atributos, hacerlos más visibles para que todos lo notaran», así se pronunció Sternberg al preguntarle años después por Marlene.

LLegó el día en que se produjo la ruptura profesional entre ambos, pero ella ya era la Gran Marlene, diva entre las divas, y continuó trabajando con directores de prestigio como Orson Welles, Wilder, Lubitsch o Hichcock. 

Se convirtió en una leyenda viva, muy pocas lograron esa condición, tal vez Garbo fue y sigue siendo la única comparable a ella.

2 comentarios

  1. Las verdad es que de anécdotas o vida privada no tengo ni idea de casi ninguna estrella. Leyéndote muchas veces me sorprendo…. Cuídate

    26 septiembre, 2012 en 01:00

    • Hola Plared! Tal vez son anécdotas y situaciones, que no le interesen a mucha gente, pero para mi supone todo un placer investigar sobre la vida anterior que tuvieron estas mujeres antes de hacerse famosas,y como se produjo su llegada al éxito; he llegado a la conclusión de que siempre encontraron a alguien que depositó toda su confianza y talento en ellas, pero desde luego casi todas ellas también fueron perseverantes y talentosas. besos querido Plared

      27 septiembre, 2012 en 08:22

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